Día 13: Cruzar Suiza y Bodio Lomnago

Kilómetros aproximados: 390.

Pusimos el despertador pero nos levantamos tranquilidad, desayunamos, hicimos el check-out, recogimos maletas y fuimos al parking (24 € los dos días, con el descuento del hotel), y poco más de las 9 salíamos. Por delante teníamos cerca de 5 horas.

Para este día inicialmente habíamos previsto visitar Rheinfall (las cascadas del Rin) y Stein am Rhein (un bonito pueblo), en territorio suizo, pero las previsiones del tiempo daban lluvia; y además calculamos que con las visitas y la carretera igual se nos iba el tiempo y se nos hacía muy tarde, así que decidimos anularlo e ir directamente hacía Varese que era donde íbamos a pasar la última noche del viaje.

El viaje por carreteras suizas fue tranquilo, con algo de lluvia en algún tramo, hicimos turnos de una hora para que se nos hiciera más entretenido el viaje; pero la verdad es que el paisaje que te acompaña todo el trayecto por Suiza es muy bonito.



Cerca del túnel de San Gotardo pillamos atasco, y es que te van parando con semáforos por la autovía, porque como el túnel es de un carril el tráfico se resiente, aun así luego nos quedamos dentro unos 10 minutos parados; el túnel se hace muy largo y aburrido, ni más ni menos que 17 kilómetros.



Sobre las 2 paramos en un área de descanso a comer unos bocatitas de fiambre, que nos habíamos preparado en el desayuno.

No estábamos en el mismo Varese, pues su oferta hotelera no es muy grande y no nos convencían los que vimos, así que nos quedamos en las inmediaciones del Lago di Varese, en una zona llamada BODIO LOMNAGO, aquí hay varios hoteles cerca del lago y es una zona con muchas cuadras para montar a caballo.

Llegamos a nuestro alojamiento, Equirelais, sobre las 4 de la tarde, al bajar del coche hacía unos bochornosos 28º, bajamos las maletas y todos los regalitos que habíamos ido comprando estos días, descansamos un rato y bajamos al bar a tomarnos algo fresquito; por fin fresquito de verdad.

Al poco se levantó aire, la temperatura bajo varios grados en un momento, y llegó un tormentón de los buenos, menos mal que no nos había pillado por carretera y ya estábamos en el hotel.


Para cenar, aunque los lugares no están lejos, los caminos no invitan a ir andando y menos de noche, ya estaba atardeciendo y además llovía un poco, así que cerca de las 8 cogimos el coche y fuimos a cenar a Pizzería & Griglieria Pepe Rosa, un lugar con muy buenas críticas sobre todo por su carne, al llegar confirmamos que deben ser ciertas las críticas porque el parking estaba lleno, así que fuimos a buscar otro, que resultó que estaba cerrado, y por allí no vimos ninguno más.

Así que si no nos queríamos ir más lejos, no nos quedaba otra que volver a la Pizzería Pepe Rosa y dar alguna vuelta a ver si podíamos aparcar, y así fue, pasando por la puerta del restaurante un poco más lejos encontramos un sitio. Al entrar nos preguntaron si teníamos reserva, vaya con lo que nos había costado aparcar, y al resultó que no tenían ninguna mesa libre; la verdad es que eso sí que no lo esperábamos porque era un miércoles. Menos mal que podíamos pedir pizzas para llevar, así que pedimos una puttanesca y una de cotto (jamón), que con dos cervezas nos costó 25 €; la pizza puttanesca estaba buenísima.

De regreso al hotel, nos encontramos con este bonito cielo y un precioso arcoíris.



La habitación era bastante grande, así que despejamos la mesa y nos las comimos tan ricamente acompañadas de unas Beck’s, por fin una cerveza alemana bien fresca.


Después de cenar como había espacio de sobra en la habitación desmontamos las maletas, pues mañana tocaba rehacerlas ya con todo bien organizado. Luego un poco de internet y a dormir.

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