Kilómetros
aproximados: 390.
Pusimos el despertador
pero nos levantamos tranquilidad, desayunamos, hicimos el check-out, recogimos maletas y fuimos
al parking (24 € los dos días, con el descuento del hotel), y poco más de las 9
salíamos. Por delante teníamos cerca de 5 horas.
Para este día
inicialmente habíamos previsto visitar Rheinfall (las cascadas del Rin) y Stein
am Rhein (un bonito pueblo), en territorio suizo, pero las previsiones del
tiempo daban lluvia; y además calculamos que con las visitas y la carretera
igual se nos iba el tiempo y se nos hacía muy tarde, así que decidimos anularlo
e ir directamente hacía Varese que era donde íbamos a pasar la última noche del
viaje.
El viaje por carreteras suizas fue tranquilo, con
algo de lluvia en algún tramo, hicimos turnos de una hora para que se nos
hiciera más entretenido el viaje; pero la verdad es que el paisaje que te
acompaña todo el trayecto por Suiza es muy bonito.
Cerca del túnel de San
Gotardo pillamos atasco, y es que te van parando con semáforos por la autovía,
porque como el túnel es de un carril el tráfico se resiente, aun así luego nos
quedamos dentro unos 10 minutos parados; el túnel se hace muy largo y aburrido,
ni más ni menos que 17 kilómetros.
Sobre las 2 paramos en un
área de descanso a comer unos bocatitas de fiambre, que nos habíamos preparado en el
desayuno.
No estábamos en el mismo
Varese, pues su oferta hotelera no es muy grande y no nos convencían los que
vimos, así que nos quedamos en las inmediaciones del Lago di Varese, en una zona
llamada BODIO LOMNAGO, aquí hay varios hoteles cerca del lago y es una zona con
muchas cuadras para montar a caballo.
Llegamos a nuestro
alojamiento, Equirelais, sobre las 4 de la
tarde, al bajar del coche hacía unos bochornosos 28º, bajamos las maletas y
todos los regalitos que habíamos ido comprando estos días, descansamos un rato
y bajamos al bar a tomarnos algo fresquito; por fin fresquito de verdad.
Al poco se levantó aire,
la temperatura bajo varios grados en un momento, y llegó un tormentón de los
buenos, menos mal que no nos había pillado por carretera y ya estábamos en el
hotel.
Para cenar, aunque los
lugares no están lejos, los caminos no invitan a ir andando y menos de noche,
ya estaba atardeciendo y además llovía un poco, así que cerca de las 8 cogimos
el coche y fuimos a cenar a Pizzería & Griglieria Pepe Rosa, un lugar con muy buenas
críticas sobre todo por su carne, al llegar confirmamos que deben ser ciertas
las críticas porque el parking estaba lleno, así que fuimos a buscar otro, que
resultó que estaba cerrado, y por allí no vimos ninguno más.
Así que si no nos
queríamos ir más lejos, no nos quedaba otra que volver a la Pizzería Pepe Rosa y
dar alguna vuelta a ver si podíamos aparcar, y así fue, pasando por la puerta
del restaurante un poco más lejos encontramos un sitio. Al entrar nos preguntaron
si teníamos reserva, vaya con lo que nos había costado aparcar, y al resultó
que no tenían ninguna mesa libre; la verdad es que eso sí que no lo esperábamos
porque era un miércoles. Menos mal que podíamos pedir pizzas para llevar, así
que pedimos una puttanesca y una de cotto (jamón), que con dos cervezas nos
costó 25 €; la pizza puttanesca estaba buenísima.
De regreso al hotel, nos
encontramos con este bonito cielo y un precioso arcoíris.
La habitación era
bastante grande, así que despejamos la mesa y nos las comimos tan ricamente
acompañadas de unas Beck’s, por fin una cerveza alemana bien fresca.
Después de cenar como
había espacio de sobra en la habitación desmontamos las maletas, pues mañana
tocaba rehacerlas ya con todo bien organizado. Luego un poco de internet y a
dormir.
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