Nuevamente, vacaciones =
madrugón, ni más ni menos que a las 3'45 sonaba el despertador y a las 4’30 ya estábamos en el taxi; llegamos en un momento al
aeropuerto. Al facturar nuestras maletas, nos ofertaron facturar la maleta de
mano, por supuesto dijimos que no, para nosotros es vital todo lo que llevamos en
ella. Luego pasamos el control en un momento y sin problemas.
El vuelo de Ryanair salió
puntual a su hora que era las 6’25, vuelo tranquilo, que llegó unos 15 minutos
antes de lo previsto, que era a las 8’20.
Recogimos las maletas, y
salimos a comprar el billete de bus, tardamos un poco en encontrar la Oficina
de Turismo, que es donde vendían el que nosotros queríamos; la verdad es que
para ser la Oficina de Turismo está bastante escondida, se puede encontrar
saliendo hacia la derecha, al final del todo.
El billete que compramos
era el de 72 horas (7 €), con este billete íbamos a poder utilizar ilimitadamente
todo el transporte durante nuestra estancia; cogimos un planito de la ciudad y
ya nos fuimos hacia el bus, que no tiene perdida, se ve nada más salir.
A diferencia de otras
ciudades, que la línea del aeropuerto es una especial, aquí en realidad es la
línea 1, que tiene diversos recorridos, pero casi siempre tienen en común: Aeropuerto - Estación de Trenes - Centro Ciudad - Funicular - Ciudad Alta, no quiere decir que solo haga esas paradas, va haciendo más como cualquier otro bus úrbano; hasta el
Centro Ciudad que era donde nosotros nos bajamos fueron 20 minutos.
Como todavía era pronto y
nuestra habitación no estaba, dejamos maletas en el alojamiento y nos fuimos a
desayunar por allí cerca, en Caffe del
Colleoni unos capuchinos buenísimos y unos croissants (8 €).
Luego con el bus de la
línea 1, subimos a la Ciudad Alta (Città
Alta), y comenzamos a recorrerla, visitando sus lugares más importantes.
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Città Alta, vista desde Viale Vittorio Emanuele a la altura de nuestro alojamiento |
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Porta San Giacomo, con el típico león alado veneciano |
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Muralla vista desde Porta San Giacomo |
La PIAZZA VECCHIA es preciosa, durante siglos representó el corazón de
la política local, y actualmente sigue siendo uno de los lugares favoritos de
los bergamascos, y por supuesto también de los turistas.
Cruzando la plaza se llega
a la minúscula PIAZZA DEL DUOMO, y allí se encuentra todo lo más destacable, comenzamos
por la CAPILLA COLLEONI, bonito
edificio con una fachada decorada en mármoles rojos y blancos; dedicada a
Bartolomeo Colleoni que fue uno de los capitanes mercenarios (condottieri) más renombrados en Italia,
luchando principalmente por la República de Venecia. Horario: 9 a 12’30 y 14 a
18’30. Entrada gratuita. No se pueden hacer fotos.
Luego, justo al lado se
encuentra la BASILICA DE SANTA MARÍA
MAGGIORE, cuando la peste asolaba Europa los habitantes de la ciudad
pidieron socorro a la Madonna y en su agradecimiento le construyeron una
basílica. Horario: 9 a 12’30 y 14’30 a 18. Entrada gratuita.
Y finalmente el DUOMO, que aunque inicialmente se
edificó en el siglo XV, el actual es el resultado de diversas modificaciones
posteriores; la cúpula se construyó en el siglo XIX. Horario de lunes a viernes: 7’30 a 12 y 15 a 18’30. Horario
sábados y domingos: 7 a 18’30.
Tras estas visitas, en
realidad ya habíamos visto prácticamente los lugares más importantes de la
ciudad, luego callejeamos un poco y bajamos en funicular. Durante el fin de
semana era muy posible que lloviera, así que no estaba demás ir viendo cosas,
mientras el tiempo lo permitiera.
A la hora acordada,
pasamos a recoger las maletas; en realidad el Liberty B&B (o por lo menos nuestra
habitación), no estaba donde habíamos dejado las maletas, estaba en un edificio
próximo.
Después de instalarnos, y
como ya era hora de comer buscamos un sitio cerquita, La Caffetteria di Blandina M.& C., pedimos una ensalada para
compartir, y un plato de pasta cada uno; los tres platos con las bebidas nos
costaron 23 €, sin ser gran cosa no estaba mal.
Volvimos a la habitación,
pues a aquellas horas hacía bastante calor, así que entre el madrugón y el
calor, decidimos echarnos una siestecilla.
Sobre las 6 retomamos la
jornada turística, subimos con el funicular, y como la Torre Cívica ya estaba
cerrada, decidimos visitar otra zona de la ciudad.
Cogimos el Funicular SAN VIRGILIO, desde la terraza que hay al lado de la estación al llegar arriba, hay grandes vistas de la ciudad de Bérgamo; un corto paseo por la zona y vuelta a la Città Alta.
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Cittá Alta, de camino al funicular |
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Piazza Vecchia |
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Piazza Vecchia |
Cogimos el Funicular SAN VIRGILIO, desde la terraza que hay al lado de la estación al llegar arriba, hay grandes vistas de la ciudad de Bérgamo; un corto paseo por la zona y vuelta a la Città Alta.
Al bajar del Funicular de
San Virgilio, cuando estábamos cerca de la Porta Sant Alessandro, vimos una terraza en la que
había gente tomando “spritz” (típica
bebida veneciana), así que ni lo pensamos. Lo servían con algunas cositas para
picar, algo carillo, 5 € cada uno, pero lo disfrutamos.
Luego dimos un paseo por las
bonitas calles de la Cittá Alta, volviendo a visitar la PIAZZA VECCHIA con las luces del atardecer.
Y ya fuimos a cenar a la Osteria della Birra, que se encuentra en la tranquila Piazza Lorenzo Mascheroni. Pedimos un entrante que tenía una pinta estupenda, que era un plato de varios tipos de jamón, y como nos gustó, pedimos unos bocatas también de jamón. Lo divertido aquí fue elegir las cervezas, que son artesanas propias, porque te preguntaban varias cosas como graduación, tipo, color; y nosotros solo queríamos una cerveza rubia fresquita, cuando nos tomamos la segunda cerveza repetimos la misma, con lo que nos había costado elegir la primera, como para ponernos a pensar otra vez; todo nos costó 38 €. Nos gustó mucho este sitio, pero hay que tener claro que su carta es prácticamente solo de fiambres.
Y ya fuimos a cenar a la Osteria della Birra, que se encuentra en la tranquila Piazza Lorenzo Mascheroni. Pedimos un entrante que tenía una pinta estupenda, que era un plato de varios tipos de jamón, y como nos gustó, pedimos unos bocatas también de jamón. Lo divertido aquí fue elegir las cervezas, que son artesanas propias, porque te preguntaban varias cosas como graduación, tipo, color; y nosotros solo queríamos una cerveza rubia fresquita, cuando nos tomamos la segunda cerveza repetimos la misma, con lo que nos había costado elegir la primera, como para ponernos a pensar otra vez; todo nos costó 38 €. Nos gustó mucho este sitio, pero hay que tener claro que su carta es prácticamente solo de fiambres.
Después un heladito y al funicular
para bajar hacía el hotel; a esas horas se movía bastante gente en ambos
sentidos. Luego hasta nuestro alojamiento era un paseo de menos de 10 minutos.
Un poco de internet y a
dormir, satisfechos de nuestro primer día de viaje, porque nos había gustado mucho
Bérgamo, sobre todo la Città Alta.
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