Como el día de hoy lo
íbamos a dedicar a visitar Friburgo y no teníamos que hacer maleta ni nada, nos
levantamos sin prisa, ni siquiera pusimos el despertador, todo un lujo.
Coloquialmente llamamos a
esta ciudad Friburgo, pero su nombre completo es FRIBURGO DE BRISGOVIA (en
alemán FREIBURG IM BREISGAU).
Después de desayunar, cerca
de las 10 nos pusimos en marcha, en algunas calles del centro histórico, hay
unos riachuelos o canales llamados BÄCHLE,
que son muy característicos de esta ciudad, originariamente fueron pensados
para abastecerse de agua para diversos usos o como desagües, hoy en día sirven
para refrescarse en los días de verano; se dice que todo visitante que entre en
un riachuelo de Friburgo no viene a esta ciudad por última vez. También los
vimos ayer en Staufen.
Fuimos hacía la Oficina
de Turismo, y comenzamos la ruta turística que proponen, nos llevaría unas dos
horas hacerla toda. La oficina está situada en el ALTES RATHAUS (Ayuntamiento viejo).
Uno de los puntos mas importantes de la ciudad es la MÜNSTERPLATZ, debe su nombre a la MÜNSTER (Catedral), aunque fue de
inicios románicos, su estilo final fue gótico, nosotros la pillamos con
bastantes obras en su exterior. Horario: 10 a 17. Precio: 2 €. A su torre de
116 metros se podía subir, pero en esta ocasión lo dejamos porque el día estaba
algo lluvioso y no iba a merecer la pena.
Rodeando toda la plaza esta
el MÜNSTERMARKT (Mercado de la Catedral),
un bonito mercado de productos agrícolas. Horario lunes a viernes: 7 a 13’30.
Horario sábados: 7’30 a 14.
También se encuentra en
esta plaza un bonito y colorido edificio, KAUFHAUS
(Almacén), con bellos escudos y esculturas ornamentales en la facha
principal, en honor a los Austrias.
En una calle muy cercana
al hotel teníamos este bächle.
Seguimos hacia una de sus
puertas, SCHWABENTOR (Puerta de los
Suabos), de gran valor defensivo por si situación estratégica junto a un
cruce de caminos.
Hay un par de calles
típicas con su canal, FISCHERAU “barrio
de pescadores”, pero sobre todo GERBERAU
“ribera de curtidores”.
Hacía el final de la
ruta, MARTINSTOR (Puerta de Martin),
la más antigua de las torres que todavía existen de las primeras murallas de la
ciudad, construida a principios del siglo XIII.
La ruta finaliza en el mismo
lugar, en el ALTES RATHAUS (Ayuntamiento
viejo), que en realidad está junto al NEUES
RATHAUS (Ayuntamiento nuevo).
Por toda la ciudad en sus
aceras se ven mosaicos de piedra como el de abajo, que indican lo que hay ahí,
incluso hay comercios que también tienen un mosaico con algún dibujo típico del
comercio en cuestión.
La mañana estaba lluviosa
pero fue mejorando y nos dejó pasear tranquilamente. La ruta no estuvo mal,
pero después de haber visto los pueblecitos de los días anteriores, pues te
sabe a poco.
Compramos algunos
regalitos y fuimos a comer, no teníamos mucha hambre, así que comimos algo ligero,
bocatas y refrescos 9’50 €.
Lo principal de la ciudad
lo habíamos visto, así que decidimos irnos al hotel y echarnos una siestecilla.
Cuando estábamos preparando el viaje miramos hacer alguna cosa más por los
alrededores, pero no encontramos nada que nos llamará la atención; esta ciudad
se puede ver perfectamente en una mañana.
Al despertarnos decidimos
que todavía nos daba tiempo de subir a SCHLOSSBERG
(Monte del Palacio), se sube en funicular Schlossbergbahn. Horario:
9 a 22, excepto martes 9 a 18. Precio ida y vuelta: 5 €. Era martes, así que la
visita al monte iba a ser rápida, al llegar a la taquilla el hombre nos indicó
con un cartel que el último para bajar era a las 17’45. Aunque la visita fue
breve mereció mucho la pena, al llegar arriba, por el camino que hay a la
derecha, en 5 minutos se llega a una zona con grandes vistas.
Como todavía era pronto
decidimos ir al campo de futbol del equipo local, para ello utilizamos una
tarjeta que te dan en el hotel con la que tienes el transporte gratuito, no la
tienes que pasar por las máquina ni nada, es simplemente una tarjetita de cartón
en la que escribes la fecha (los billetes valían 2’20 € y hay maquina en el mismo
tranvía). Desde la parada fueron cinco minutos andando, hicimos unas fotos y por
una puerta que estaba abierta accedimos a su interior. Luego ya regresamos al
centro.
A la vuelta, el tranvía
nos dejaba muy cerca de la bonita puerta
SCHWABENTOR (Puerta de los
Suabos), que ya habíamos visto por la mañana.
Por toda la ciudad, en el
suelo se pueden ver unas placas metálicas, en memoria de la gente que fue
deportada a los campos de concentración.
Pasamos por el hotel a
dejar la mochila para ir más ligeros, y como despedida de Friburgo decidimos unirnos
a la FREIBURGER WEINFEST (Fiesta del Vino). La copa la tienes que comprar (1’50 €) y luego en esa
misma copa te van sirviendo los vinos que vayas pidiendo, nosotros pedimos uno
blanco (1’50 €), también venden botellas que los grupos de gente comparten; hay
que decir que el vino estaba más frío que las cervezas que estábamos tomando
estos días.
Vimos una mesa bajo una
sombrilla así que no lo pensamos y nos sentamos, al poco llegaron unos locales
y nos preguntaron si se podían sentar (era una mesa muy grande), así que nos
quedamos en un rinconcito y compartimos mesa con ellos. Nos apetecía otro vino,
y también aprovechamos para comernos un trozo de pizza (3’50 €); al momento cayó
un buen chaparrón, como fue breve, la sombrilla hizo su papel, movimos un poco
el banco y no nos mojamos.
Después de la tormenta se
había quedado un cielo muy bonito, y los
últimos rayos de sol llegaban a las rojas paredes de la catedral; la foto salió
regular porque la hicimos con el móvil.
Tras esto decidimos
saltarnos la cena, y como despedida a la Selva Negra nos pedimos unos súper
helados muy buenos, le habíamos echado el ojo a una heladería, y no nos
queríamos ir sin probarlos, yo me pedí uno de yogur con cerezas, y Alfredo uno de
plátano (9’50 € los dos); y con eso ya cenamos.
Última foto para
despedirnos de Friburgo, una ciudad con un centro bastante bonito, pero que yo
recomiendo visitar antes de comenzar la ruta de la Selva Negra, porque seguro
que así gustará más.
Corto paseo y al hotel, tocaba rehacer maleta y mañana ya comenzábamos el viaje de
vuelta.
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